Posted by : AnjuDark 6/11/10


Ilusión

El parque parecía inmóvil mientras Violeta le observaba. El viento soplaba, lo sabía por el frío que le calaba los brazos, pero las hojas de los árboles, al igual que sus lacios y negros cabellos, parecían no querer bailar aquella tarde. Había gente; no tanta como para resultar molesta, pero la había. Una niña se mecía solitaria en un columpio, su extensa y pelirroja cabellera ondulaba suavemente mientras sus piecitos apoyaban su punta para balancearse  de atrás hacia adelante, casi con aburrimiento, un segundo antes de que sus redondos ojos color zafiro se fijaran en ella y una sonrisa adornada con hermosos hoyuelos le fuese dedicada. Violeta correspondió el gesto de la misma manera. La niña se columpió un par de veces más y luego se puso de pie para retirarse. Violeta quiso asegurarse de que se dirigiera con su madre o algún pariente, pero la distrajo un avivado juego de fútbol protagonizado por un sexteto de inquietos y entusiastas niños. Una señora caminando del brazo de su esposo la saludó al pasar frente a ella. Violeta no recordaba conocerla, pero aún así le resultó agradable. Intentó alzar una mano, pero ésta no se movió de su hombro.
       

     <<Es el frío>> se dijo, <<hace tanto frío que mi cuerpo pide estar cubierto. Quizás lo mejor es que me vaya a casa>>. Apenas y se acababa de concentrar en este pensamiento, cuando alcanzó a escuchar una melodía suave, rica y relajante. Buscó curiosa por todo el parque y se encontró con  un elegante señor de extravagante bigote negro que tocaba el violín con una habilidad digna de admirar. Su pulcro traje de pingüino, su sombrero de copa y sus zapatos de reluciente charol le recordaron a los caballeros del siglo XIX. Violeta cerró sus ojos y suspiró. El aire tenía una esencia extraña, demasiado fresca.


             <<Este olor...>>.


Sintió que una mano se apoyaba sobre su hombro. Dio un respingó y dirigió su vista hacia un lado. Allí se encontraba alguien, un joven de pálido rostro y negros cabellos que le miraba fijamente a través de unos ojos color verde grisáceos.

            -Hola -le saludaron con voz baja, casi inaudible.

            -Hola -respondió, revolviéndose un poco para deshacerse de aquel agarre que no hizo más que apretarse contra ella -Tú...

            -No te asustes – le pidieron – Sé que soy un extraño, pero no pienso hacerte daño.


Violeta tuvo deseos de discutir sobre el tema. Decir que muy raras (por no decir que ninguna) personas confían en un desconocido que llega así de la nada y casi quiere estrujar tu hombro. Pero no lo hizo. Había algo en ese muchacho que parecía indefenso. Quizás era ese brillo desorientado, casi inadvertido, que fulguraba entre sus pupilas.

            -Mi nombre es Genaro.

            -Violeta -contestó.

            -¿Puedo sentarme contigo?


Ella se hizo a un lado, aceptando. Él se acomodó a su derecha, sin dejar de sostenerla del hombro.

            -Gracias – le sonrieron.


Violeta pensó que la sonrisa de Genaro era linda y se sonrojó. Cubrió su rostro con sus cabellos y situó la vista en sus pies.


                -Me gusta más el piano – dijo Genaro. Ella volvió a mirarlo, confundida, a lo que él, divertido, se explicó: - Es más emotivo que el violín. Al menos desde mi punto de vista.

            -Me gustan algunas piezas de Isaac Shepard - susurró Violeta.

            -Mi compositor favorito es Yanni. Pero tú me recuerdas más a una melodía de Philip Wesley, ¿Le conoces?


Ella negó con la cabeza.


            -Algún día tocaré una pieza de él para ti.

             -¿Sabes tocar piano? -se interesó.

           -Sí. ¿Aceptarías ir conmigo?

            -¿A dónde?

            -A mi casa. Allí tengo un piano. No ahora – se apresuró a aclarar el muchacho, al notar su desconfianza – Disculpa. Te he de estar asustando, ¿no?

                -Algo – asintió ella – No pareces alguien muy normal que digamos. Además – miró la mano que no se alejaba de su hombro – no dejas de tocarme.

                -¿Te molesta? -preguntó Genaro.


Violeta tardó en contestar, no porque no supiera la respuesta, si no porque la respuesta misma le desconcertaba.

                -No – dijo al fin, mirando fijamente esos ojos que cada vez se transformaban en algo más familiar.

                -Algún día tocaré para ti -prometió Genaro, sonriéndole dulcemente.


Violeta y él quedaron un momento en silencio. Un silencio que pareció transformar el sonido del viento en el canto de un gentil piano. Violeta buscó al hombre del violín y ya no lo encontró. Comprobó también que el parque estaba cada vez más vacío, como si las personas estuvieran disolviéndose poco a poco entre los juegos infantiles, los puestos de golosinas o la gran plaza.


                -Si yo te dijera que confío en ti, ¿Me llevarías a tu casa y tocarías el piano para mí?

                -No – contestó Genaro, con una sonrisa amable en los labios

                -¿Porqué?

                -Porque tendría que dejar de tocarte – la miró. Violeta fue capaz de advertir, por un breve segundo, el miedo y la desorientación plasmados nuevamente en sus ojos – Y no quiero hacer eso. No ahora.

            -¿Porqué? - quiso saber.

            -Acabo de salir de una clínica psiquiatra. Soy esquizofrénico – confesó Genaro, con el semblante serio - Estaba seguro que estaba recuperado, pero entonces te vi y, por primera vez en más de un año, dudé si eras real. Ahora mismo aún no termino de convencerme que no eres un producto de mi imaginación. Por eso no quiero dejar de tocarte. Porque sólo así sé que en realidad estás aquí y existes.

                -Estoy aquí – aseguró Violeta, de manera cálida.

                -¿No estás asustada? -inquirió él - Al final de cuentas... yo...

 Negó apresuradamente con la cabeza

           – Estoy aquí.

            -Tengo miedo de que desaparezcas, ¿sabes?

            -No lo haré – juró - Estoy aquí - e intentó alcanzar sus mejillas con sus manos, pero no pudo mover ninguna de las dos - ¡Estoy aquí! - repitió, repentinamente desesperada por no poder tocarlo como ella quería. Y con terror vio que el rostro de Genaro lucía diferente... un poco más desvanecido y lejano - ¡Estoy aquí! ¡Aquí! ¡Contigo!. ¿Genaro?  ¿Genaro?


Genaro ya no estaba. Había desaparecido, así como la niña pelirroja, el infantil equipo de fútbol, la dama que le había saludado y el caballero del violín. Había desaparecido junto con el parque y sus árboles que no se mecían ante el viento, porque en realidad, el frío que sentía era provocado por el aire acondicionado de su blanca habitación. Lo único que había quedado era ese olor extrañamente fresco, un olor a medicamentos, y la atadura de sus manos sobre sus hombros provocada por una camisa de fuerza que se ceñía a su pecho.


Amargas lágrimas se derramaron de sus mejillas y se acurrucó en su cama, desconociendo que un grupo de personas le vigilaban mientras tanto.

            -Tal vez ya es tiempo de quitarle la camisa de fuerza -abogó una joven doctora, llamada Graciela. -durante semanas, no ha tenido ninguna acción agresiva.

            -Sería interesante mirar si ha habido un avance al interactuar con más personas -acordó su colega,  un hombre de edad avanzada y porte serio al que todos le decían, con sumo respecto, “Doctor Patiño”.


La puerta de su habitación se abrió. A los quince minutos, Violeta caminaba por los silenciosos pasillos de un hospital psiquiátrico que, hasta entonces, empezaba realmente a conocer. Graciela la condujo hacia los jardines. Ambas tomaron asiento, en silencio. Violeta aún no tenía la certeza de que lo sucedido fuera real. Al final de cuentas, era esquizofrénica. Todo su mundo bien podía ser una mentira. Todo; incluso hasta ella misma. Lo único que le daba una garantía de estar en la realidad era tocar todo a su alrededor.


Pero en ese instante no le interesaba tanto la realidad o la retorcida fantasía creada por su enloquecida mente. ¿Qué importaba? Si al final de cuentas, no había mucha diferencia entre una y otra. Ambas golpeaban y laceraban casi de la misma manera. Aunque, si lo pensaba detenidamente y era sincera al menos con ella misma, creía que la quimera era a veces un poco más amable y dulce.


                <<Genaro...>>


Un arrullador sonido llegó a sus tímpanos. Violeta miró hacia todos lados.

            -Suena bien, ¿no? - le preguntó la doctora. Ella inclinó levemente su cabeza mientras la estudiaba con detenimiento. <<¿Es real?>> - El sobrino de una colega está ofreciendo un pequeño concierto para los internos de aquí. ¿Quieres ir a ver?


Asintió de inmediato. La doctora le dedicó una sonrisa tierna y le indicó con un gesto que la siguiera. Violeta caminaba más despacio que de costumbre. La gentil sinfonía que había escuchado se iba haciendo cada vez más legible y hermosa. Cuando al fin llegaron a la pequeña sala de madera, vio en el centro de ésta a un joven de negros cabellos y rostro pálido que deslizaba sus dedos por las marfileñas teclas de un piano.

            -Genaro...


Sin pensarlo, Violeta avanzó hacia él. Fue algo tan imprevisto que nadie pudo detenerla. La música cesó. El muchacho sonrío al verla.

            -Hola. ¿Te conozco?


Ella no contestó. Sus ojos verdes lucían desorientados y confundidos, reflejando la pregunta entrañable que danzaba en su interior. <<¿Es real o de nuevo estoy viendo cosas que no existen?>>. La única manera de convencerse era tocándolo. Estiró una mano para hacerlo, pero la doctora Graciela lo evitó.

            -Lo siento -se disculpó la dama – Ella...

            -Está bien – interrumpió el joven, sin dejar de mirar a Violeta -¿Te gusta el piano?


            <<¿Es real?>> ¿Qué importaba? Él estaba allí, de nuevo. Y eso, con enfermedad o sin ella, era bueno. Respondió con un gesto. Genaro la miraba con simpatía. Su sonrisa era amigable y muy afectuosa. De esas sonrisas que sólo se dedican a personas que conoces y quieres desde hace mucho.

            -¿Cuál es tu nombre?

            -Violeta – contestó.

                -Violeta -repitió él, observándola mientras la apartaban sutilmente de su lado, obligándola a caminar lejos y más lejos, de regreso a su habitación.


Genaro contempló un segundo más el camino por el que Violeta se perdió, tan rápido como había llegado. Tan rápido como una ilusión. <<Quizás sí fue una>> suspiró y sus dedos se apretaron contra el piano para comprobar que, efectivamente, estaba allí. <<Después de todo, nadie me aseguró que no podría recaer… ¿Verdad?>>


Y, sin decir nada más, hizo que el piano comenzara a cantar. La pieza que interpretaba se llamaba “Love Remembered”, de Philip Wesley...



6 Responses so far.

  1. daia_2992@hotmail.com says:

    wuooo!!!
    anjudark eres la mejor, la mayoria de tus historias me encantan (excepto 1 O.o)
    y esta no pudo ser de otra manera...

    (aplausos)

    ((((super aplausos))))


    me sorprende que no tuvieras ya comentarios al respecto...

    soy primera!!!!

    Esquizofrenia me dejo fascina
    es muy dificil leer otro fic en donde los personajes no sean los de la Saga...y leer este primer capitulo me sorprendio, la tematica como tambien el de "DE LA CALLE"....- que aun espero el siguiente cap en FanFic - son fics reales, haces que me meta en la piel de la protagonista...sus sentimientos, dudas...

    Por eso se que este fic sera tan bueno como los que tu solamente podrias escribir

    (excepsional)

    espero que continues y nos regales historias como estas...

    cuidate!!!

    daia

    P.D.:sera mejor que subas los capitulos en fanFic, o sino!!!!!

  2. angel of the dark says:

    Anju muchas felicidades por tu nueva historia , me encanta esta muy linda , y ya sabes q soy tu fan acosadora , te mando mil besitos y aqui andare visitandote seguido ya sabes no puedo vivir sin mi vicio

  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  4. Me siento como si estuviera leyendo un libro. Al escribir fanfics de Twilight, ya te sentis demasiado ligada a la saga con para seguir leyendo todos los fics habidos por haber... Medio que te sentis atrapada en lo mismo de siempre si no te abris a otras historias.
    Por eso esto me llamó demasiado la atención. Pensar en la autoras que tan magnificas historias presentan sobre Twilight escribiendo algo de su propio maná es algo que no me puedo perder. Espero que no dejes de escribir.
    Posees el caracter de una verdadera escritora, aunque sea un pasatiempo. Probablemente algun día puedas animarte a convertirlo en algo más... uno no puede saberlo. Saludos!
    Cuidate.

  5. unknown says:

    Es abril del 2017 y espero que no te hayas olvidado para siempre de este pequeño espacio del internet.

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Saludos :)

Anyo~
Gracias por pasar por aquí.
Sé que no aporta nada productivo, pero igual espero
te diviertas un poco y te familiarices más con las historias.
Gracias.

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