Posted by : AnjuDark 23/11/10



Confusión.

—Así que no compones. Sólo tocas. – dijo Violeta.

—Soy malo para eso –admitió Genaro

—No es algo sencillo.

—Para algunas personas parece que sí – apuntó – ¿Y tú? ¿Escribes?

—¿Cómo lo sabes? –se sobresaltó ella. Genaro se limitó a señalar el cuadernito que yacía sobre su regazo – Qué perceptivo...

—¿Puedo? – solicitó. Violeta lo dudó por un segundo, pero al final se negó. El rubor contrastando con su piel morena lo cautivó. Su mano pareció cobrar vida propia, pues cuando menos lo esperaron ambos, éstas ya se encontraba paseando la punta de los dedos por el terciopelo de sus mejillas. Violeta sintió algo raro en el estómago. Algo nuevo e inquietante, pero agradable.

—Lo siento – la cálida caricia se fue así como había llegado – Has de pensar que soy un degenerado. Pero…

—¡Qué absurdo! – Violeta soltó una risita. 

—¿Absurdo?

—Sí – rió un poco más y luego fue ella quien buscó la mano de él – No me molesta que me toques. Eso también me ayuda. No me gustaría despertar un día de estos y enterarme de que eres un “amigo imaginario”. Así que no me sueltes.

Genaro contempló fijamente aquellos grandes ojos de color verde. A sus diecinueve años, no había visto nada parecido. Eran hermosos. Violeta era hermosa, al menos para él. Cualquier otro hubiera podido decir que era demasiado pequeña y flacucha y que sus cabellos siempre desordenados le daban un aspecto sombrío. Que sus labios resecos y pálidos no antojaban para nada un beso y que el color de su mirada perdía cualquier atractivo gracias a las ojeras y el aire desorientado que le adornaban. Pero para Genaro toda esa disparatada combinación le resultaba encantadora. Le gustaba esa forma tan suya de caminar y ese semblante distraído que siempre se reflejaba en su rostro y movimientos. Le gustaba platicar con ella y verla sonreír. Le gustaba lo apacible de su voz y ver cómo el viento enmarañaba aún más su pelo. Pero sobre todo, le gustaba su compañía, esa misma que les permitía estar hora tras horas juntos, sin poder decir ni una sola palabra, y aún sentirse plenamente cómodos…

—¡Genaro!

—¿Qué sucede? – Dio un respingo al contestar.

—Tengo minutos hablándote – dijo la voz al otro lado de la puerta de su habitación. Era su madre – ¿Estás bien?

—Sí – respondió, aún confundido – Me quedé dormido. Lo siento.

—La cena ya está lista.

—En seguida bajo.

Escuchó los pasos de su madre alejarse y luego se dejó caer de espaldas. Miró el techo con detenimiento y tragó saliva. El aturdimiento seguía latente en sí. Aquellas imágenes habían sido tan nítidas, casi tangibles, como las ilusiones que alguna vez llegó a vislumbrar. Pero esta vez no habían sido ilusiones. Su madre le habría escuchado hablar solo en caso de ser así. Había sido un sueño, un sueño que amenazaba con ser real y desaparecer. Ya casi no recordaba nada de él, más que esa chica… esa chica había estado presente.

<<Seguramente fue por la impresión de esta tarde>> se obligó a creer, mientras evocaba el par de esmeraldas  que le habían mirado con aquella extraña mezcla entre el azoro, el reconocimiento y la locura. Luego se estregó la cara con ambas manos y se levantó.

Vio a Andrea desde las escaleras. Ella le dedicó una sonrisa maternal al verlo.

—¿Y papá? – inquirió mientras jalaba la silla y tomaba asiento frente al tazón humeante.

—Dijo que llegaría tarde y que no lo esperáramos para comer.

—Su nuevo puesto lo mantiene muy ocupado –cogió la cuchara y sorbió un poco de sopa.

—Él está muy contento. Trabajó muy duro para  ser subgerente de la empresa.

—Lo sé.

—Y hablando de eso – recordó Andrea – ¿Fuiste a investigar sobre las escuelas que hay en esta ciudad?

—No – admitió, con un gesto de disculpa – Tenía mucho que no hablaba con el Tío Carlos, así que no me percaté de la hora hasta que fue ya muy tarde. Mañana iré a investigar. Así también aprovecho para conocer un poco más los alrededores.

—Me imagino que estuviste toda la mañana en casa de tu tío.

—No – aclaró – Él tenía una cita en el centro clínico en el que trabaja, así que lo acompañé.

—Genaro – la voz y el rostro de Andrea cambiaron al instante – Sabes que no me gusta que vayas a esos lugares.

—No tiene nada de malo, mamá – debatió él, suavemente.

Andrea la miró con dureza, pero ya no discutió más. Se limitó a comer con la actitud silenciosa y desaprobatoria que siempre optaba ante ese tema. Genaro hizo lo mismo, sin prestar mucha atención al mal humor de su madre pues no podía arrancarse de la cabeza a esa muchachita de rostro canela y desgreñado cabello. Sonrío un poco ante el recuerdo difuso de su imagen y suspiró hondamente al estar de regreso a su cuarto. Frunció el ceño y se preguntó una vez más si aquella jovencita era real.

Entonces se convenció de que había sólo una manera de averiguarlo.

..

—No esperaba verte por aquí – lo recibió el tío Carlos, un doctor joven y de carácter alegre y amable, invitándolo a pasar a su consultorio.

Genaro le estrechó fuertemente la mano, después tomó asiento frente al elegante escritorio y echó un rápido vistazo al lugar. 

—Necesitaba hablar contigo.

—Tú dirás.

—Ayer que vine, creo que conocí a una muchacha.

Crees.

—Sí –confirmó. Hizo una pausa antes de continuar – Creo. Eso me preocupa.

—Genaro, tranquilo. Tu enfermedad ya está controlada, pero si tú mismo te sugestionas…

—Lo sé –admitió – Pero esa muchachita era… rara. No la conozco, pero ella dijo mi nombre. Y después desapareció.

—¿Desapareció? ¿Así, nada más?

—Se la llevaron unos enfermeros.

El doctor Carlos recargó la espalda en su confortable sillón de piel y meditó por un par de segundos.

—¿Recuerdas cómo era esa muchacha?

—Tenía ojos color verde.

—Hay muchas pacientes aquí con esa descripción. ¿Podrías ser más específico?

—Yo… – frunció el ceño – Su imagen es un poco difusa. Tengo mala memoria. Pero… me dijo su nombre –recordó vagamente – Vio… Violeta.  Se llamaba Violeta.

—Eso es mejor – dijo Carlos y comenzó a teclear en su computadora – Hay dos pacientes con ese nombre.

Genaro se inclinó para mirar la información habida en la pantalla e inmediatamente se fijó en la fotografía de una jovencita de piel morena y cabello negro.

—Es ella –señaló.

—Vaya, vaya – sonrió Carlos –Creo que, más que haber visto una ilusión, mi sobrino ha sido producto de, ¿cómo le dicen?, un “amor a primera vista”.

—¿Quién es? –pidió saber –  ¿La conoces?

—Una amiga me ha platicado de ella – respondió Carlos –La internaron aquí hace más de medio año. Sufre de esquizofrenia.

—Ya veo… - murmuró. Nadie mejor que él comprendía lo horrible que era padecer esa enfermedad – ¿Tú crees que pueda hablar con ella?

—¿Hablar? – se sorprendió su tío – ¿Sobre qué?

—Quiero saber cómo es que supo mi nombre.

—Pudo haberlo escuchado por allí. O tratarse de una simple coincidencia…

—Aún así. Me gustaría que ella me lo dijera.

—Tendría que preguntarle a mi colega – titubeó Carlos - Genaro, ¿Porqué tanto interés?

—No lo sé...

..

—Sé que quizás te suene extraño, pero, me da gusto que quieras acercártele – decía Graciela mientras lo conducía por el extenso jardín – Violeta siempre está sola. En un principio nos vimos en la necesidad de mantenerla encerrada porque tenía constantes arranques de violencia. Ayer justamente decidimos vigilar su comportamiento al interactuar con más personas pero lo único que hemos notado es que prefiere estar sola.

— ¿Su familia no la visita?

—No puedo darte ese tipo de información. Allí está –frenaron y él la buscó de inmediato.

La encontró allí, aún a varios metros de distancia, sentada bajo la sombra de un árbol, con la mirada perdida en algún pensamiento incógnito. Sin planearlo, Genaro dio un paso al frente. Graciela le detuvo.

—Contéstame una cosa – pidió la doctora – ¿Por qué has venido a verla?

—Mi tío Carlos me preguntó más o menos lo mismo –contestó – Siendo honesto, ni yo mismo lo sé. Al principio sólo quería asegurarme que no estaba recayendo y viendo cosas que no existen. Tampoco sé porqué ella me causó esa impresión. Lo único que tengo claro es que quiero conocerla. No sé porqué, no sé para qué. Sólo sé que tengo que hacerlo…

—Bien – Graciela lo Soltó – Ve con cuidado.

—Gracias –sonrió Genaro y caminó lentamente hacia donde Violeta estaba...




3 Responses so far.

  1. me gusta muxoo esta historia de verdadd!! keria saber cada cuato la actualizas para estar a tenta y n perderme ningun cap.!!!

  2. aw el segundo capitulo me encanta anju y me identifico con la trama ya vez con eso q estoy medio loca jijiji cuidate mucho y sorry por lo de tu banner en eso ando espero leer pronto el 3 cap te mando mil besitos

  3. Unknown says:

    esto se pone cada vez mas interesante los dos sufren de equizofrenia.. y su vida imaginaria se conocen pero ella cree que el no es real!! ahh me siento un poco confundida pero a un asi esta muy interesante.. jejee

    seguire con el capi tres....

    saludos

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Saludos :)

Anyo~
Gracias por pasar por aquí.
Sé que no aporta nada productivo, pero igual espero
te diviertas un poco y te familiarices más con las historias.
Gracias.

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